jueves, 24 de noviembre de 2011

Granada: Agua Oculta que Llora

            
   AGUA OCULTA QUE LLORA!
  ¿Habéis sentido en la noche 
                    de estrellas, perfumada,
                  algo más doloroso que su triste gemido?   
    
Conocer Granada es seguir el curso del agua que, por el cauce
de sus tres ríos, se mueve entre el misterio y la sorpresa.
Pero ¿dónde está el agua del Darro que plaza Nueva oculta?
¿Por qué fluyen las fuentes en lo más alto del Generalife
si allí no hay manantiales naturales?
Ha entendido siempre la ciudad el agua de forma caprichosa.

Y, así, Subirla a las colinas más elevadas del Albaicín con
la acequia de Aynadamar, guardarla en los viejos aljibes de sus plazas,
y hasta ocultarla debajo de sus calles.
Granada entera fluye en un universo subterráneo de corrientes que, 
de cuando en cuando,afloran; en la carrera del Darro (Haddaru),
en el viejo molino de la acequia Gorda (al–saqiya al Kubra),
o cuando el Darro y el Genil (Sinyil), se encuentran a la luz junto
 al paseo del Violón. 
                                               Agua Oculta que Llora, 
                                             se remansa melancólica en los depósitos que,  sólo el testigo de los


     ladrillos rojos o el nombre de algunas calles, 
     lo evidencian.  como la de Aljibe de Trillo, o
 calle del Agua...,
   Cerca de treinta aljibes permanecen repartidos por la ciudad.
En cada ricón de Granada hay una fuente o dos...
 Si el lugar es grande, como la ribera del Genil 
en el Salón o la explanada de plaza Nueva, que hasta la reina Isabel
 y Cristóbal Colón se mojan los pies en la fuente de la plaza.


Dice la gente que en Granada no hace frío hasta que
 se hielan los charcos de la fuente de Plaza Nueva
 y, de esta forma, se
convierte la fuente no
 sólo en capricho de decoración, sino
también en termómetro 
 subjetivo del ambiente urbano.


En medio de la plaza, de la Trinidad una pequeña fuente 
centraliza el exótico jardín que la rodea y, cada banco, si 
alguno queda libre, es una tentación que mezcla el rumor del 
agua con la sombra de los plátanos y el tranquilo deambular
 de la fauna urbana.

De todas las fuentes de Granada, la más hermosa
 es la de la plaza Bibarrambla; orden jerárquico 
desde las fuerzas brutas de la naturaleza mitológica
 y acuática de los tritones, hasta la divinidad marina de Neptuno.
 Como la de las Batallas y el pilar del Toro,
Si de la Alhambra se trata, no son sólo las fuentes de todos conocidas;
 las que llenan el Generalife, las que alimentan el patio de los Arrayanes
 o el de los Leones, las que inundan el Partal o el pilar de Carlos V. 
Es también el agua que baja por los arriates hasta la
 Puerta de las Granadas y es la que nace
de las fuentes del Tomate y del Pimiento 
en las sombrías alamedas o la que convierte el carmen de la
Fundación Rodríguez Acosta en un paraíso escondido tras sus eclécticos
 muros eclécticos.

Y el agua  del carmen de los Mártires que se deja  hacer y se convierte
 en un capricho; resbalando por los muros de hiedra y de verdín,
 saltando en las fuentes o dormida en el estanque
 a la espera de algún suspiro viajero.

Aunque cercanas, están fuera de la ciudad y viven 
repartidas entre la realidad y la ficción de la literatura.





 En Alfacar, la fuente Grande de Aynadamar,
 artificio natural que llora sin más razón que la 
de su belleza o quizás, que estando viva, ha adivinado
 la triste suerte del poeta que yace junto a ella.

También muy cerca de Granada y perdida
 entre los chopos de la vega, la
 Fuente de los Vaqueros
casa natal de García Lorca, 
del humilde casón de agricultores
 como tantos otros de la vega
La fuente del Avellano, indescriptible
 porque inefables son las sensaciones,                                       
 el color, y la luz del paseo que, cruzando

 el Darro por el puentecillo de los Tristes,                         
lleva hasta la fuente más literaria de Granada,
 la que elegía Ganivet para llorarla


El agua es como el alma de la ciudad. 
Vigila
su sueño, y al oído del silencio, le cuenta
las leyendas que viven a pesar del olvido.

Y bajo las estrellas de la noche tranquila
tiene palpitaciones de corazón herido.

La voz del agua es santa!
Quien la profunda música de su acento adivina
comprenderá, algún día la palabra divina.
                                                                        El agua es guzla donde, Dios sus misterios canta.



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